Bogotá, 28 de agosto. Hace justo un año nos reuníamos aquí, en este encuentro de los empresarios de Colombia alrededor del tema fundamental del crecimiento económico del país, advirtiendo que debía ser progresivo siempre en función de superar la pobreza y el desempleo. Reconocíamos los inmensos avances que se habían dado en el frente tributario, ratificados en el segundo trámite de la ley de crecimiento y también, el lanzamiento de los Pactos por el Crecimiento, que deberían traducirse en los próximos tres años en el aumento de la producción, en un incremento sustancial de las exportaciones y en la generación significativa de empleo como consecuencia, de la creación de condiciones propicias para el desarrollo de la actividad empresarial. En los dos casos señales claras de su decisión de ser parte activa en la construcción de una plataforma empresarial que fuera la base del desarrollo económico y social del país.
Señalábamos también, cómo la nuestra es una economía atractiva pero vulnerable a las amenazas del contrabando, las desviaciones y las prácticas desleales de comercio. Frentes en los cuales el gobierno ha demostrado su decisión para enfrentarlos con firmeza y conscientes de la importancia estratégica de no permitirlos en ninguna de sus versiones.
Estuvimos luego en Silicon Valley, visitando a los grandes jugadores del mundo digital y buscando acciones que permitan con el liderazgo del gobierno insertar a Colombia en la versión más desarrollada de la transformación digital, no solo a través de los emprendedores, sino mostrando todo el potencial que tienen las empresas medianas y grandes de ser activos jugadores. Algunas de las empresas visitadas en esa ocasión nos han acompañado en este 5 CEC demostrando que la realidad digital llegó a todos los rincones, pero como suele suceder en todos los mercados, el grado de apropiación, la penetración, la pertinencia, el aprovechamiento, la construcción de oportunidades y por supuesto el éxito final, dependerá de la forma en que cada país lo adelanta. Le pedí al presidente de una de las más importantes empresas digitales del planeta que nos diera un consejo secreto para que Colombia pudiera triunfar, su respuesta fue: “sigan haciendo lo que están haciendo, pocos países del mundo lo están haciendo como Colombia”.
Traigo a colación este tema, no solo por su importancia intrínseca, sino porque es el mejor ejemplo de un país que decide apostarle a una estrategia, a un sector. Hemos estado convencidos de la importancia de que Colombia profundice en sus apuestas, en que nos la juguemos por algunas ideas y estrategias.
Ese era el rumbo que traíamos
¡Pero pasaron cosas inesperadas!
La pandemia del Covid-19 irrumpió en nuestras vidas de repente, con sus efectos nocivos y perturbadores, y entre ellos el de la agudización de la crisis económica del país hasta unos extremos inimaginables. De manera intempestiva nos hemos visto abocados el Estado, la sociedad civil y el sector privado a enfrentarnos a un enemigo común que amenaza no solo la salud sino el empleo, los ingresos de los colombianos, las empresas y hasta los indicadores sociales de superación de pobreza y equidad.
Su impacto en la economía se ha traducido en el incremento de las tasas de desempleo, la reducción de la actividad industrial, el cierre de empresas, la concertación de disminuciones salariales con los trabajadores por el decrecimiento de la liquidez.
Como consecuencia de dicho impacto el sector empresarial ha tenido que reorientar sus energías a la lucha angustiosa por su propia supervivencia, sin claudicar en el imperativo ético de cumplir con su función social, la responsabilidad social y la solidaridad que le corresponde con mayor énfasis en estos momentos afligidos.
Muchos hemos indicado que si alguna característica especial ha tenido esta crisis, es que es el resultado de la decisión de las sociedades de parar la actividad económica.
La llegada del coronavirus en el mes de marzo pasado frenó de manera abrupta la dinámica del crecimiento del PIB nacional que en febrero registraba índices del 4,5 por ciento, llevando la economía a un desplome nunca imaginado. La parálisis de la actividad productiva ha castigado con rigor a los sectores que lideran el consumo y el empleo: el comercio, las manufacturas y la construcción han sido víctimas directas del fenómeno contraccionista, a pesar de ello, ratificamos nuestro compromiso por hacer todo lo que esté a nuestro alcance para cumplir esa faceta de nuestra función social.
El desempleo se constituye en una de las secuelas más graves que deja la pandemia por su efecto sobre la realidad de millones de colombianos.
A pesar de las posiciones ideológicas que tratan de estigmatizar al empresariado y que quisieran que en Colombia se debilitara su posición, quizás con el objetivo de llevarnos al caos. El sector empresarial es sin duda alguna el llamado a ser vehículo único a través del cual se puede mitigar este efecto. Su gobierno lo ha entendido y nosotros sabemos desde siempre que esa es una de nuestras funciones sociales.
Por esto, la única alternativa que tenemos es la de poner a las empresas en el eje de la actividad para que podamos generar mayor bienestar para todos y podamos alcanzar los niveles de competitividad que debemos tener para reactivar un país que todos sabemos que tiene mucho potencial, las empresas en el centro, son esa mirada optimista para el futuro de Colombia como lo planteamos en esta nuestra asamblea y congreso empresarial colombiano.
Quiero reconocer especialmente el liderazgo del gobierno por las políticas responsables, solidarias y oportunas para la protección de la salud y la sostenibilidad de la economía…
En esta crisis sin precedentes en la historia económica del país, se impone la construcción de soluciones concertadas entre los sectores público y privado. La búsqueda del bien común que es la finalidad social del Estado, la razón que justifica su existencia, le atañe de manera concurrente a la empresa privada como motor de la sociedad civil y a los ciudadanos todos que deben asumirla con una actitud responsable y solidaria.
La apertura cuidadosa, pero necesaria de la economía propiciada por el gobierno nacional y dispuesta con estrictos protocolos de bioseguridad y medidas sanitarias va en el sentido correcto y confiamos en que comience a mostrar sus bondades en el camino de la reactivación económica. Uno de sus primeros efectos más esperados será necesariamente la recuperación de empleos. Sin dicha decisión, oportuna y acertada, el efecto hubiera sido aún mayor.
En ese sentido señor Presidente, también queremos reconocer que las medidas de emergencia económica fueron de gran importancia e incluso pudieron significar la diferencia entre subsistir o no, impactando la generación de puestos de trabajo.
Desde la ANDI venimos aportando ideas para fortalecer la gestión frente a la pandemia. Hemos propuesto acelerar los planes de reactivación económica en todos los frentes lo cual conllevará a la generación de empleo, una medida de choque urgente para frenar la destrucción de millones de puestos de trabajo. Por ejemplo, hemos lanzado el “Decálogo de Apoyo La Empresa Nacional”, entendiendo por empresa nacional todas aquellas que generan empleo en Colombia, sin importar el origen de su inversión pero que creen y apuestan al desarrollo social y económico del país. Propusimos también medidas de carácter social o de apoyo financiero a empresas.
Debemos generar una estrategia que permita tener cada vez más oportunidades y empleos, debemos estimular a los consumidores, a las empresas y al Estado Colombiano a que compren lo nuestro, de esta manera estaremos generando bienestar para las familias colombianas, de igual forma, no podemos permitir la competencia desleal, ni ninguna práctica que lesione nuestro interés de reactivar sanamente nuestra economía.
Debemos hacer del salvamento de empresas un propósito nacional. Unirnos en la defensa de múltiples empresas y empleos que se encuentran en dificultad en este momento, es mucho más efectivo salvar empresas existentes que crear nuevas empresas. No podemos permitir que el trabajo de tantos, por tantos años se nos vaya a ir de las manos en seis meses. Debemos luchar todos, empresarios, gobierno, trabajadores y consumidores por defender el tejido empresarial que crea empleos en Colombia. Se trata de un bien público que genera gran bienestar en la comunidad. Para esto, cada uno de nosotros tiene instrumentos y herramientas a su alcance, pero lo que si es claro es que no podemos escatimar ningún esfuerzo en salvarlas. Como decíamos en nuestra presentación de instalación, dentro de lo posible tenemos que jugarnos “El todo por el todo”.
Todos coincidimos en la necesidad de aislarnos como medida de máximo cuidado durante los momentos de mayor vulnerabilidad en términos de desconocimiento del comportamiento de la enfermedad, así como durante el período de alistamiento del sistema hospitalario y de salud. Ya tenemos claro que las cuarentenas extremas son insostenibles desde muchos puntos de vista, personales, de salud mental, de las finanzas de los hogares, de la viabilidad de las empresas, y de la economía como un todo, por lo tanto, también desde el punto de vista de las finanzas de los gobiernos locales y nacional
Así las cosas, y después de conocer mucho mejor el comportamiento de los patrones de contagio y los costos de las medidas extremas de aislamiento, está demostrado que la única alternativa que tienen las sociedades, es encontrar mecanismos que les permitan continuar con su búsqueda del desarrollo, al tiempo que extreman las medidas de cuidado para sus ciudadanos. Por esto desde la ANDI nos hemos empeñado en adelantar iniciativas que fortalezcan el cuidado solidario de las necesidades de la población y los principios de responsabilidad individual.
A través de la campaña “Unidos Somos Más País y Colombia Arranca seguro” contribuimos a la creación de cultura ciudadana con un trabajo permanente de difusión de medidas de autocuidado, propuesta integral que contiene acciones concretas para enfrentar el Coronavirus. Son unas iniciativas que apoyan a la administración pública en la lucha integral contra la pandemia y que se suma a los esfuerzos del sector privado para ayudar al incremento tanto de la capacidad instalada de las UCI en la capital de la república a través de la donación de camas y ventiladores como de las pruebas de diagnóstico entre la población.
Desde su primera participación en este evento en su calidad de Presidente, planteamos la necesidad de construir un pacto nacional que convocara la voluntad de todos los colombianos, sin distingo de ideología, sobre los temas pendientes y urgentes nacionales: la lucha contra la corrupción, la defensa de la democracia, la lucha contra los cultivos ilícitos, el compromiso de adelantar algunas de las reformas estructurales que requiere nuestra nación.
Nunca sobrarán palabras para invocar la lucha contra la corrupción como un imperativo de nuestra sociedad. Es todavía una asignatura pendiente, y solo la aprobaremos cuando la justicia y las leyes logren derrotarla. Es un objetivo que debe aislarse de las estrategias políticas. Debe ser un objetivo superior. Unamos a Colombia alrededor de este propósito.
Hoy requerimos de un pacto nacional para defender la constitución y sus principios fundamentales, nuestras instituciones, la propiedad privada, el libre mercado, la libertad de empresa, el medio ambiente, la lucha contra la inequidad, la reducción de la pobreza y la lucha contra la corrupción.
Llevamos varios años ya advirtiendo sobre otra amenaza que se cierne sobre el país, igual o peor de peligrosa que la pandemia que nos golpea. Es la amenaza del populismo. Su discurso incendiario e irresponsable que llega a poner en tela de juicio la legitimidad de las autoridades y le apuesta a la demolición de las instituciones no es aceptable.
Es una amenaza real para la libertad y la democracia, construído sobre una narrativa de odio y lucha de clases se aprovecha de las noticias falsas, la manipulación y la tergiversación de la realidad para alimentar estos sentimientos. No hay actitud con más falta de responsabilidad y más egoísta que la de tratar de construir popularidad sobre estas bases. La sociedad como un todo incluyendo los medios de comunicación deben ser los guardianes contra esta tendencia. Pocas cosas nos deben preocupar más que procesos de tomas de decisiones legislativas enmarcadas en el populismo. Con demasiada frecuencia estamos frente a la oferta de proyectos que buscan otorgar dádivas imposibles de financiar o que van en detrimimento del desarrollo que genera empleo y bienestar de la ciudadanía.
Los gremios y los centros de pensamiento tenemos un papel fundamental en tratar de frenar esas actidudes que tanto daño pueden producir. Levantaremos siempre la voz ante ello. Pero no nos podemos llamar a engaños, son propuestas políticas que deben ser contrarrestadas también por voces políticas. Así como hay grupos que hacen del populismo su estrategia principal, aspiramos a que haya partidos políticos que llamen a la responsabilidad y a la defensa de los principios de la libre empresa, el libre mercado, la defensa de la propiedad privada, con el convencimiento fundacional de que la actividad empresarial es el principal motor de desarrollo y hay que defenderla contra toda tentación irresponsable.
Los gremios somos voceros activos y lo seguiremos siendo, pero no podemos reemplazar a los partidos políticos. Estamos frente una situación que amerita pedirles que representen férreamente los principios económicos institucionales de nuestra constitución y en los que creemos muchos colombianos.
Con mucha frecuencia se oyen voces que preguntan dónde están los gremios ante situaciones de carácter escencialmente político. Por supuesto siempre haremos la mejor defensa posible de los principios fundamentales de la sociedad, pero no tendremos opción de hacerlo totalmente sin la participación de los partidos que deberían también enarbolar estas banderas.
Toda democracia requiere de posiciones diversas, de opiniones diferentes, de administradores del Estado y vigilantes de su gestión, pero también requiere que los agentes que se desenvuelven en ella defiendan en bloque y con rigor los principios generales de la misma.
No son aceptables las posiciones de quienes se muestran como demócratas, y juegan con las reglas del sistema para luego traicionarlas y torcerlas a su favor. Así ha sucedido en algunos países hermanos, y no podemos permitir que suceda lo mismo en Colombia. Y en usted vemos un líder con firmeza en las convicciones democráticas y en defensa de la libertad que se ven amenazadas por la tentación del populismo irresponsable.
Por eso debemos defender con decisión la institucionalidad del país; insistir en la lucha contra la corrupción pública y privada exigiendo el estricto cumplimiento de los códigos de ética y buen gobierno corporativo como eje fundamental de la adminsitración de lo público, pero especialmente de las entidades que deben ser administradas como empresas industriales y comerciales del Estado; apostar por el fortalecimiento de los partidos como centros de pensamiento que aporten a la formulación de planes y programas para la superación de la pobreza; propiciar el rescate del servicio público de la justicia para que sea pronta y cumplida para todos. y no instrumentalizada como una herramienta de activismo político.
En síntesis : hay que promover la creación de una cultura ética educando a las nuevas generaciones y reeducando a los adultos en valores y principios para reencontrar el camino de la viabilidad como nación.
No la ha tenido fácil su gobierno Presidente Duque, pero en general esa es la descripción del cargo en Colombia, en sus primeros dos años de gestión le ha tocado encarar una gran avalancha de desafíos. Pero ese es nuestro país. Una comunidad y un territorio que quieren ser mejores, que aspiran a estar en los primeros puestos.
Ahora, llenos de retos, se avecinan dos años de importancia fundamental para el futuro de la patria. Se hace necesario acelerar la reactivación económica y crear las condiciones propicias para la recuperación del aparato productivo, fortalecer el empleo, incentivar el consumo y sobre todo tratar de recuperar lo perdido en términos de lucha contra la pobreza y equidad. Hoy tenemos que concentrarnos en sacar adelante los nuevos desafios de la pandemia con el trabajo mancomunado del Estado y sus interlocutores válidos, al tiempo que no podemos olvidar los grandes pendientes del país, las grandes discusiones. Tenemos derecho a equivocarnos, pero no tenemos el derecho a no intentarlo.
Del éxito de la recuperación económica y social depende la suerte colectiva. Si al gobierno le va bien, nos va bien a todos. Los enemigos de las libertades públicas están al acecho, buscarán sacar partido en forma egoista de las dificultades vendiendo un discurso engañoso. Todos los colombianos demócratas sin importar en que lugar del espectro ideológico nos encontremos, debemos unirnos alrededor de los fundamentos de nuestra sociedad, de nuestra constitucion con férrea decisión.
Estamos frente a un momento histórico, debemos enfrentarlo con grandeza, tenemos que lograr que las próximas generaciones se sientan orgullosas de ésta, que no solo salió bien librada de esta emergencia, sino que además fue capaz de caminar hacia el desarrollo con equidad, responsabilidad ambiental y consciencia social. Usted es el lider de esta sociedad retada. Cuente con millones de colombianos que estamos convencidos de este propósito.
Muchas gracias