Desde el sector empresarial representado en la ANDI no han faltado esfuerzos para buscar salidas a los no pocos desafíos de los últimos tiempos. Este ha sido un momento de encrucijadas que también nos ha permitido poner a prueba el espíritu resiliente del empresariado colombiano.
Pensando en las acciones a realizar, vale la pena recordar algunos de los planteamientos que hemos hecho en los últimos años. Consideramos que varios de estos siguen estando vigentes y son una buena base para las políticas que hay que poner en marcha.
Quiero empezar hablando del proceso de vacunación para empleados de las empresas que ha liderado la ANDI con el apoyo del Gobierno nacional. Este es un proceso pionero masivo a nivel mundial y demuestra el sentido solidario de las compañías, siendo referentes y reflejando un esfuerzo público-privado, que ha tenido la participación de cerca de 3.000 empresas y de 32 gremios, para apoyar el trabajo que viene haciendo el Gobierno. Se debe acelerar con el fin de hacer posible la reactivación social y económica y, en especial, estar más fortalecidos en términos de salud para los tiempos que vienen con nuevas cepas, hecho que ya se vislumbra en otros continentes.
Del mismo modo, de la situación vivida con la pandemia, no podemos olvidar la gran lección del sentido del autocuidado. Este debe seguir siendo un propósito de vida que nos ayude a enfrentar de mejor manera situaciones similares. Por lo pronto, hay que continuar con la vacunación masiva con la mayor rapidez.
Con la coyuntura que hemos vivido, debemos actuar en colectivo y pensar en la reactivación como un propósito nacional. Los empresarios tenemos la obligación de estimular el optimismo y construir un mejor país. El momento por el que estamos pasando nos motiva a estar en la primera línea de trabajo junto a otros líderes e instituciones.
Colombia tiene que estar en modo de reactivación, lo que significa acelerar planes de inversión, crear incentivos para la misma, competir exitosamente con las ofertas que están haciendo otros países para la inversión extranjera y acudir a la capacidad que tenga el Estado de generar gasto e inversión pública que apoye la dinamización. El proceso se debe acompañar de medidas complementarias para que el país no tome mucho tiempo en alcanzar crecimientos altos y sostenidos. Se requiere de creatividad y audacia para crear las condiciones que nos permitan avanzar lo más rápido posible.
En este sentido, hay que dar pasos adicionales en temas de productividad, costo país, sostenibilidad ambiental, competitividad tributaria, condiciones logísticas e infraestructura para atraer nuevas inversiones y para lograr que las grandes empresas que están pensando relocalizarse nos vean como una opción favorable. Así como avanzar hacia un capitalismo consciente que se vea reflejado en las acciones sociales, económicas y ambientales.
Hace un año lanzamos el decálogo de #ApoyoLaEmpresaNacional, un planteamiento que recoge las ideas que veníamos exponiendo años atrás, pero que incluía elementos adicionales a la luz de la emergencia económica suscitada por la pandemia. La consigna era clara: no podíamos perder una sola empresa más y ningún empleo.
Este decálogo propone: (1) políticas de desarrollo sectorial y empresarial; (2) un programa de compras públicas; (3) una campaña de impulso a las compras nacionales; (4) el fortalecimiento de los encadenamientos locales; (5) un plan de salvamento de empresas; (6) liquidez y fortalecimiento financiero; (7) defensa contra las prácticas desleales de comercio; (8) una búsqueda de nuevas oportunidades; (9) la creación de condiciones para nuevas inversiones empresariales; y (10) la dinamización de los proyectos existentes.
De otra parte, se requiere implementar la estrategia de competitividad que hemos venido planteando desde hace varios años y contar con una política de desarrollo empresarial, de manera que se pueda cambiar el rumbo que llevamos desde hace ya más de un cuarto de siglo. Más allá de la coyuntura actual y de la urgencia, este es un tema que debe seguir estando en la agenda económica del país.
En 2015 presentamos la Estrategia para una Nueva Industrialización, donde enfatizábamos en la necesidad de contar con una política que fomentara e impulsara la inserción en las Cadenas Globales de Valor (CGV). Hoy, a partir del efecto económico que ha tenido la pandemia, vemos una reconfiguración de estas cadenas y al mismo tiempo una oportunidad.
Es indispensable un cambio de paradigma que reconozca la importancia del sector privado en el desarrollo, pues solo si los países cuentan con un aparato productivo y empresarial robusto podrán realizar inversiones sociales, superar la pobreza e investigar y construir infraestructura, entre otros.
Posteriormente presentamos un segundo volumen de la estrategia, en el que analizamos sectores con ventajas para el país a la luz de una nueva realidad económica. Es así como abordamos los temas de transformación digital, innovación, emprendimiento, agroindustria y educación.
Hay que hacer una apuesta grande por el aparato productivo como dinamizador de la economía. No debemos olvidar que el tejido empresarial es un pilar sobre el que está soportado el desarrollo económico y social del país.