Lo que va a trascender es que, como ya lo han hecho miles de empresas en Colombia, todo el sector empresarial asuma una visión de los negocios más alineada con las necesidades y exigencias del siglo XXI.
El remezón ocasionado por la pandemia y los estallidos sociales de los últimos años nos han dado una excusa para reflexionar sobre la vulnerabilidad del mundo en el que vivimos y el rol que desempeñamos en este.
Una de las conclusiones más evidentes es que, si bien solucionar los retos globales que enfrentamos requiere atención de toda la sociedad, el sector empresarial en particular tiene una capacidad inmensa para liderar acciones que nos conduzcan a un mundo mejor.
Y aunque durante décadas hemos venido conversando sobre los grandes cambios del mundo empresarial, que ha venido migrando de una visión centrada en los accionistas a una gestión enfocada en sus grupos de interés, el mencionado remezón nos ha demostrado que esta transformación es aún más urgente de lo que intuíamos.
Para aportar en esa conversación tuvimos la presencia de R. Edward Freeman en el más reciente Congreso Empresarial Colombiano. Allí este académico, reconocido por su trabajo alrededor de la teoría de los stakeholders o grupos de interés, y promotor de múltiples iniciativas de negocios responsables, destacó los cuatro principios de lo que Raj Sisodia y John Mackey llamaron “capitalismo consciente”:
Muchos de los elementos que constituyen estos principios ya son familiares para las organizaciones que han venido trabajando en estrategias de sostenibilidad, negocios verdes e inclusivos, inversión social responsable y creación de valor compartido, entre otros.
Sin embargo, como lo señaló Freeman, el diseño final del movimiento no es lo importante. Lo que va a trascender es que, como ya lo han hecho miles de empresas en Colombia, todo el sector empresarial asuma una visión de los negocios más alineada con esos principios y, por ende, con las necesidades y exigencias del siglo XXI.
Lo anterior no implica una dicotomía entre el propósito y las ganancias, sino todo lo contrario. Es dejar atrás la idea de que perseguir uno significa sacrificar el otro, reconociendo que ambos son indispensables y que a todos nos conviene una sociedad más sana, próspera, equitativa y sostenible.
Para lograr estos objetivos estamos llamados a trabajar bajo estos principios de manera colaborativa con el fin de que, como sector privado, generemos un mecanismo virtuoso que nos permita entregarle al mundo todo el impacto positivo que las empresas están en capacidad de dar.