Iván Duque Márquez, Presidente de Colombia
Bruce Mac Master, Presidente de la ANDI
Históricamente, los consumidores han elegido los productos basados en una matriz de selección que combina precio con calidad. El siglo XXI está marcado por nuevos consumidores, más conscientes de su impacto sobre el planeta y su sostenibilidad. La que era una matriz de dos dimensiones se ha venido convirtiendo en una matriz multidimensional, en la cual la huella de carbono es cada vez más importante.
Este artículo se centra en uno de estos nuevos numerarios de la competitividad ambiental y, específicamente, en la importancia de la reducción de la huella de carbono como meta país, y cómo convertirla en el gran diferenciador para atraer inversión a una economía promisoria como lo es Colombia.
Para un país como el nuestro se presentan dos inmensas oportunidades: ¿cómo lograr la mejor y más veloz reactivación económica y social?, y ¿cómo encontrar oportunidades en esta nueva fase del ciclo económico?
Lo hecho por Colombia durante los últimos tres años significa una revolución sin precedentes en términos de incorporar grandes capacidades de energías renovables no convencionales a la extraordinaria matriz de generación, con un porcentaje de hídrica que superaba el 60 % de las capacidades y que se había venido construyendo por años de inversiones estratégicas en ese frente.
Se busca defender la hipótesis de que hay razones para afirmar que “Si una empresa quiere reducir la huella de carbono de sus productos, lo más efectivo es ubicarse en sitios que minimicen la huella de transporte y de consumo de energía”.
El mundo ha adquirido nueva consciencia sobre temas que pasan a ser críticos y que configuran esta nueva concepción de competitividad. Estamos hablando de derechos humanos, sostenibilidad ambiental, trabajo decente y eliminación del trabajo infantil, entre otros.
No obstante, en este listado falta un tema crucial para mitigar el cambio climático. Sin duda, el nuevo diferenciador de competitividad mundial tiene que ser la reducción de la huella de carbono.
Colombia no arranca desde cero: tiene ventajas competitivas naturales, ya que viene desarrollando una estrategia orientada a reducir la huella de carbono, pues la ruta hacia una reconversión energética es una realidad y los empresarios han incorporado en su estrategia temas de sostenibilidad.
Colombia tiene un gran potencial en términos de viento y de radiación solar, que le permite plantear estrategias de instalación de parques eólicos y solares para aumentar la sostenibilidad y limpieza de su matriz de generación.
De acuerdo con el World Energy Council, en el reporte World Energy Trilemma Index 2020, Colombia cuenta con la novena matriz más sostenible entre 108 países. Y al analizar las tres dimensiones del trilema energético (seguridad energética, equidad energética y sostenibilidad ambiental), el país ocupó la posición número 35.
Desde 2013 se comenzó a plantear en diferentes espacios una iniciativa legislativa que incentivara el uso de energías limpias, la reconversión y el uso eficiente de la energía, y que permitiera plasmar una hoja de ruta encaminada hacia una transición energética.
En 2014, con el apoyo de gremios, entidades y organizaciones, dentro de las cuales se encontraba la ANDI como un actor fundamental, se construyó, junto con el Congreso de la República, la Ley 1715 de 2014, la cual reglamentó los incentivos y beneficios tributarios para el uso de fuentes no convencionales de energía renovable, y el uso eficiente de la energía.
En 2018, durante el gobierno de Iván Duque, el Ministerio de Minas y Energía contrató la Misión de Transformación Energética para proponer cambios y transformaciones al mercado, y se planteó la primera hoja de ruta que seguiría el país para la transición energética.
En octubre de 2019 se llevó a cabo la primera subasta de contratación de largo plazo de energías renovables no convencionales, la cual permitió alcanzar la primera meta planteada por el gobierno, de aportar 2.500 MW de capacidad de generación eléctrica renovable no convencional a la matriz de generación.
Un hito importante reciente fue la promulgación de la Ley 2099 de 2021, la cual adopta una filosofía de reactivación económica vía una transición energética, focalizada en la reconversión y el fortalecimiento de los recursos renovables y combustibles alternativos como el hidrógeno verde y azul.
Un buen indicador de qué tan carbono neutro es la economía está dado por las emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB. El país emite menos que Chile, México, Argentina, Brasil, y que economías desarrolladas como Alemania, Reino Unido, España y Australia.
Es evidente entonces que si una planta se ubica en Colombia, al momento de consumir energía está disminuyendo la huella de carbono.
Actualmente, el 70 % de la energía generada por nuestro país proviene de recursos hídricos, lo cual nos convierte en un país con bajas emisiones en generación de energía eléctrica, apenas 0,20 toneladas de CO2 por MWh producido, casi 5 veces menos que lo emitido por Estados Unidos para generar 1 MWh.
El Acuerdo de París solicitó a los países suscritos que aumentaran gradualmente sus metas de disminución de GEI, por lo que Colombia pasó del 20 % al 51 % para 2030. Igualmente, se propuso ser carbono neutro para 2050.
El transporte es otro causante de las emisiones de CO2. En este aspecto, Colombia también cuenta con una ventaja competitiva. La distancia de los puertos del Caribe y el Pacífico hacia cualquier puerto del mundo, en general, es menor frente a otros puertos internacionales.
Dicho todo lo anterior, ante la reconfiguración internacional del comercio y la producción, se puede afirmar que si una empresa quiere ser más sostenible, operar con una baja huella de carbono, cumplir con las exigencias de los nuevos consumidores y tener una visión de talla mundial donde sus determinantes sean los nuevos parámetros de competitividad, debe ubicarse en Colombia.