El arte y la ciencia, que parecían dos vías separadas, se encuentran en un mismo camino gracias al desarrollo de la tecnología. Cuando el reto es innovar, la imaginación es la materia prima.
Mimia Arbeláez
Directora Técnica de Iluminación de Pixar Animation Studios
Nos adentramos en la Cuarta Revolución Industrial, donde la inteligencia artificial, la automatización y la robotización están definiendo cómo nos comunicamos, cómo vivimos y en qué trabajaremos en el futuro.
Estos avances tecnológicos nos conectan y dan acceso ilimitado a todo tipo de información y conocimiento; así que ahora lo importante no es saber más, sino qué hacemos, qué creamos con ese conocimiento.
La tecnología empuja constantemente el desarrollo del pensamiento creativo y, a fin de cuentas, cada invención es el resultado de una buena idea ejecutada a través del uso de información. Por esto, es importante entender que, a medida que surgen nuevas empresas de innovación y tecnología, lo que más debe valorarse es la habilidad humana de crear. Va-le la pena recordar lo que decía Albert Einstein: “el verdadero signo de inteligencia no es el conocimiento sino la imaginación”.
Estamos en un mundo en el que, surgen constantemente nuevos talentos, procesos y maneras de ejecutar, pero más allá de esta actualización, resulta fundamental la fusión del arte, la ingeniería y la ciencia, en las empresas que pretendan innovar. Por lo tanto, los nuevos trabajos del futuro requerirán de equipos interdisciplinarios y creativos, algo que no es muy afín a nuestra generación.
Leonardo da Vinci fue artista y científico a la vez. Pero, ¿por qué el arquetipo del hombre inter-disciplinario del Renacimiento murió?
Después de la Segunda Revolución Industrial, el sistema educativo creó casillas de diferentes disciplinas, con el fin de favorecer la especialización en la industria, así que desde pequeños fuimos catalogados como artistas o ingenieros, creativos o técnicos.
Ahora que nos dirigimos a esta Cuarta Revolución Industrial, la tecnología cibernética favorece la aparición de un ambiente en el que no hay límites definidos entre los sistemas físicos, artísticos y digitales.
Muchas instituciones educativas en Estados Unidos y Europa están iniciando el cambio y readaptando sus programas al incluir el arte y la creatividad como una parte fundamental de la ciencia y la tecnología.
Es importante entender que, mientras la ciencia y la tecnología se mueven a pasos agigantados transformando nuestra sociedad, el arte conceptualiza, visualiza y crea la experiencia que necesitamos como humanos del siglo XXI.
Me encuentro en este momento en Silicon Valley, la meca de la innovación y el emprendimiento. En este valle californiano se han desarrollado muchas de las invenciones más importantes del planeta de los últimos 30 años. Siempre hemos escuchado la historia de genios que empezaron a trabajar en un garaje y ahora tienen compañías de tecnología que han transformado la manera en que interactuamos y vivimos.
Pero algo que no es muy común oír es la importancia que tuvo el arte en el surgimiento del Silicon Valley: la sinergia cultural de tecnólogos con artistas, ingenieros con hippies y todos estos polos opuestos ha dado como resultado la consolidación del mayor epicentro de tecnología en el mundo.
Las compañías de tecnología actuales están en el proceso de incrementar el número de creativos en su fuerza laboral, para que sea similar al de ingenieros.
Concretamente, el rol de los diseñadores en las organizaciones modernas ha cambiado y ahora es fundamental, pues el diseño no solo aporta soluciones, también nos adapta para la creciente conexión entre la tecnología y los humanos.
En el contexto nacional, el Gobierno del Presidente Iván Duque nos está dando una oportunidad única en el desarrollo e implementación de una economía creativa. Estas industrias son de gran importancia en la potencialización de las artes y de nuestra identidad cultural. La llamada Economía Naranja también aparece como una apuesta por el desarrollo del país.
Según la Cámara de Comercio, alrededor de 85.000 empresas hacen parte de las industrias creativas en Colombia, entre las que se cuentan compañías dedicadas a la arquitectura, el diseño, el cine, la música, la moda, la creación de software, las artes visuales y la publicidad, entre otros sectores. Sin embargo, el desarrollo y el éxito de la Economía Naranja depende también de los empresarios y los líderes creativos que tienen la capacidad de concebir, colaborar y ejecutar ideas innovadoras.
Los creativos somos catalizadores de la innovación y transformadores de los nuevos negocios. Que sea esta una invitación para los empresarios: trabajemos juntos, porque se acerca un Renacimiento para la industria colombiana.