La organización celebra un siglo de labores construyendo un futuro con trabajo decente
Roberto Villamil, Especialista en Actividades para los Empleadores de la oficina de la OIT para los países andinos nos cuenta cuáles han sido los logros y retos de esta organización en Colombia.
¿Cuáles han sido los principales logros de la OIT en Colombia?
Colombia es miembro de la OIT desde 1919. Ha ratificado 61 convenios, entre los cuales se encuentran los ocho fundamentales. Es un país que siempre ha mostrado una clara vocación de pertenencia y compromiso con los principios y valores de la OIT, con una actitud proactiva en la formulación y el impulso de políticas para promover el desarrollo productivo, la dignificación del empleo, el fortalecimiento del diálogo social y el cumplimiento de los derechos laborales.
En términos generales, el trabajo de la OIT en Colombia se centra en cuatro aspectos fundamentales, directamente relacionados con nuestros objetivos estratégicos. El primero es el apoyo a la creación y el fortalecimiento de empresas productivas y sostenibles que sean generadoras de más y mejores empleos. El segundo es la promoción del diálogo social y el fortalecimiento del tripartismo, además de la asistencia técnica para el efectivo cumplimiento de las Normas Internacionales del Trabajo. El tercero se centra en apoyar iniciativas para la reducción de las desigualdades y la extensión de la cobertura de la protección social. Y el cuarto se focaliza en la lucha contra las formas inaceptables de trabajo, en particular el trabajo infantil y el trabajo forzoso.
De acuerdo con nuestra misión, el trabajo que se realiza en todos estos aspectos tiene como meta alcanzar la justicia social. Y en este sentido, vale la pena destacar el compromiso del Gobierno, las organizaciones de empleadores y los sindicatos (mandantes legítimos de nuestra Organización) con esta meta y reconocer su contribución en la elaboración de nuestro plan de trabajo en el país.
Tal vez el hecho más destacable de los últimos tiempos ha sido la firma entre el Gobierno y la OIT de un Memorándum de Entendimiento, cuyo objetivo es promover la creación de trabajo decente en el sector rural luego de la firma de los Acuerdos de Paz. Desde la suscripción de dicho documento se han creado e implementado varios proyectos para apoyar los esfuerzos de consolidación de la paz e impulsar la incorporación de los territorios más afectados en el camino al desarrollo.
La informalidad es un área de interés prioritario, por lo cual se trabaja junto al Gobierno, los empleadores y los trabajadores en la implementación de soluciones concordantes con lo que establece la Recomendación n.º 204 de la OIT. Además, quisiera destacar el apoyo permanente que la entidad brinda para el fortalecimiento institucional del Ministerio de Trabajo, de sindicatos y de gremios empresariales.
En octubre de 2018, la OIT participó en la firma del Pacto por el Trabajo Decente por parte del presidente Iván Duque, la ministra de Trabajo Alicia Arango y organizaciones de empleadores y de trabajadores. A través de este pacto se busca reforzar el compromiso de los actores tripartitos para incentivar la empleabilidad, el acceso a la protección social y el cumplimiento de las Normas Internacionales del Trabajo, tomando como ejes transversales la promoción del trabajo decente, el diálogo social, la libertad sindical, la formalización laboral y la erradicación del trabajo infantil y forzoso.
¿De qué forma consideran que la ANDI ha aportado en la consecución de estos logros?
La ANDI es una entidad que representa, al más alto nivel, al empresariado colombiano. No solamente tiene una incidencia importante en la actividad económica, sino que es un actor muy relevante en la construcción del presente y el futuro colombiano. Además de trabajar denodadamente en la defensa de los legítimos intereses de sus afiliados, mantiene un compromiso inalterable con el desarrollo económico y social del país. Para la OIT es un socio clave, tanto a la hora de elaborar propuestas concretas que apuntalen el desarrollo, como para analizar la situación económica y social del país desde la perspectiva empresarial.
En su Apuesta Mega 2020 está claramente expresado su papel a este respecto. Con sus acciones busca que Colombia sea el país más competitivo de América Latina, apoyando el crecimiento sostenible, la reducción de la informalidad, la generación de trabajo decente y la construcción de políticas públicas y proyectos que mejoren la certidumbre jurídica, cierren las brechas del capital humano y fomenten la innovación y el emprendimiento, todo ello enmarcado en una estrategia de desarrollo social y sostenible.
¿Cuáles son los principales retos globales de la OIT para los próximos años?
Los retos continúan siendo los mismos que están expresados en la Constitución de la OIT y que consolidan su mandato: lograr la justicia social mediante el cumplimiento de los objetivos estratégicos mencionados anteriormente. Particularmente, estamos realizando un trabajo intenso para identificar las mejores opciones para enfrentar los desafíos que implica el futuro del trabajo.
Algunas tendencias concretas, como los cambios acelerados que produce la revolución tecnológica, las migraciones, los temas ambientales, la formación del capital humano, la globalización, las nuevas formas de organizar la producción y la Cuarta Revolución Industrial, nos hacen reflexionar sobre el contexto que habrán de enfrentar los países para llevar adelante sus estrategias para el desarrollo.
No hay soluciones únicas, por lo cual es indispensable que las propuestas para solventar los problemas específicos de los países se adapten a las características de cada realidad. Es mucho lo que pueden hacer las organizaciones de empleadores para contribuir a afrontar los retos del futuro, especialmente participando activamente con propuestas en las instancias de diálogo social con el Gobierno y las organizaciones de trabajadores, algo que la ANDI realiza constantemente.
¿Cuál debería ser el rol del empresariado colombiano para alcanzar estos retos?
Como se menciona en un reciente estudio elaborado en conjunto por la OIT y la Organización Internacional de Empleadores (OIE)1, las empresas necesitan desarrollar soluciones colectivas, a través de las organizaciones representativas, para garantizar su viabilidad y competitividad a nivel individual. Por ello, deben aprovechar los beneficios de contar con organizaciones de empleadores como la ANDI, para armonizar sus intereses en materia de buena gobernanza, políticas macroeconómicas estables, entornos propicios para que las empresas prosperen, políticas fiscales sólidas e inversión en educación e infraestructuras con el fin de crear las cualificaciones y capacidades del mañana. La existencia de un entorno propicio para el desarrollo de empresas sostenibles es la forma más directa de generar crecimiento, trabajo decente y desarrollo.
Dado que las tendencias mencionadas presentan una combinación de desafíos y oportunidades que las empresas por sí solas no pueden afrontar, para tener un papel más activo en este proceso de llevar a Colombia hacia el desarrollo económico y social es importante que sus organizaciones representativas investiguen y transformen los resultados de ese proceso en propuestas concretas, y las promuevan en los ámbitos creados para el diálogo social con el Gobierno y los trabajadores.
Dado que las organizaciones empresariales no son ajenas a estos impactos, también tienen la obligación de prepararse y adaptar su estructura para trabajar en escenarios inciertos y con sectores nuevos. Sus miembros necesitan orientación y respaldo para enfrentar un mundo diferente, signado por cambios que se dan muy rápido y que afectan las características del entorno en el que deben trabajar.
¿Cómo debe afrontarse el impacto de la Cuarta Revolución Industrial en el empleo en el futuro próximo?
Están produciéndose modificaciones sustantivas en los sistemas de producción, en las características de las tareas que realizan los trabajadores, en la estructura de los mercados, en la demanda de los consumidores, en la forma en que se comercia, se estudia y se usa el tiempo libre, e incluso, en cómo el Gobierno cumple con sus funciones.
No es suficiente concentrarse en mitigar los impactos negativos que estos cambios puedan ocasionar. Las demandas de las actuales generaciones que ingresan al mundo del trabajo y las que lo harán en el futuro cercano, así como las de los jóvenes emprendedores, requieren que la sociedad, a través del Gobierno y los actores sociales del mundo de la producción y el empleo, asuma un rol protagónico en la construcción del futuro del trabajo.
El concepto de desarrollo es muy amplio, pero claramente es diferente al de crecimiento, que es una condición indispensable para pasar a estadios superiores de bienestar, pero no la única. Poner el foco en seguir creciendo, haciendo más o menos lo mismo que desde hace tres o cuatro décadas, no es una alternativa recomendable.
Los países deberían identificar nuevas áreas de actividad en las cuales incursionar, o promover la creación de nuevos productos o servicios para llegar a nuevos mercados internos y externos, teniendo en cuenta las capacidades actuales y proyectando las capacidades futuras de los trabajadores que serán indispensables para lograrlo. Esto requiere de investigación seria, de mecanismos que promuevan la innovación, de la acumulación de conocimiento colectivo y de sistemas de formación orientados a generar valor en la sociedad, sin perder de vista que los principales actores de esta obra son los empresarios y los trabajadores.