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abril 18 de 2023
LifeFactors, biosoluciones de Colombia para la humanidad

La empresa busca garantizar el acceso a medicamentos esenciales en el tratamiento de enfermedades complejas, raras, huérfanas o de alto costo.

ENTREVISTA A: SANTIAGO JARAMILLO Ceo de LifeFactors

 

¿Cómo nace LifeFactors?

LifeFactors nace hace más de cinco años de una necesidad de salud pública por el acceso a medicamentos hemoderivados. Estos son los productos que vienen del plasma de la sangre humana y que luego son transformados en biofábricas para la atención de medicamentos como inmunoglobulinas humanas, albúminas, factores de coagulación y otros. Muchos de estos productos están orientados hacia pacientes con patologías de orden inmunológico y desórdenes de sangre, metabólicas y neurodegenerativas, y son requeridos de manera permanente, porque el origen de estas enfermedades es genético o inducido. En un principio, LifeFactors surge como una iniciativa para poder fabricar localmente las medicinas de los colombianos. Esto se logró gracias a un proceso de desarrollo tecnológico que se concibió en una universidad de Centroamérica. La apuesta de empresarios colombianos y de instituciones de Interpaz hizo posible que LifeFactors lo tomara como opción y se creara justo en esta región (Rionegro).

¿Cuál es esta necesidad de salud pública?

Este asunto es bastante sensible por varios motivos. Uno de ellos es en el sentido de la política pública, pues es necesario que haya suficientes medicamentos hemoderivados para atender poblaciones en el mundo. La materia prima esencial para fabricar estos medicamentos es el plasma humano, que se obtiene de donaciones de pacientes. Generalmente el plasma viene de Estados Unidos, porque su modelo está implementado con donaciones que son remuneradas. Hoy, el mundo está usando más o menos 60 millones de litros de plasma y se estima que se van a requerir en los próximos 10 años 30 millones adicionales para quedar por encima de 90 millones, pero casi el 90% de ese plasma viene de Estados Unidos. Hay un monopolio de un territorio sobre los medicamentos.

La otra capa es una tecnológica e industrial, pues solo hay 15 países en el mundo que tienen capacidades propias de plantas de producción y casi el 80% de la producción está controlada solo por cinco compañías a nivel internacional. El otro ambiente es uno regulatorio, no solamente para la aprobación de los medicamentos más complejos en términos regulatorios, de calidad y de eficacia, sino también en temas como la donación de plasma y de sangre, y la certificación. Esto ha llevado a que la mayoría de países tengan declarados estos medicamentos en desabastecimiento, lo que repercute negativamente en los sistemas de salud y la atención de pacientes que no acceden a las medicinas para estas patologías. Esto, con un agravante adicional, que la mayoría de dichos medicamentos no tienen sustitutos de orden químico ni biotecnológico; son los únicos que existen para atender estas patologías. Es por ello que Colombia, en 2014, había iniciado un proyecto en una consultoría para ver cómo crear una solución en el acceso a este tipo de medicamentos.

¿Cómo supo que era una oportunidad viable?

La mayoría de los medicamentos que se usan en los sistemas del país, en términos de unidades y cantidades, son de orden de síntesis y demás. Pero en volumen de negocio, hoy más de la mitad del gasto farmacéutico es de medicamentos biológicos, y gran parte del 10% del gasto de un país es de medicamentos hemoderivados. Estamos hablando de uno de los mayores gastos de cualquier sistema. Era un asunto de que si teníamos una tecnología novedosa e industrial, que nos permitía ser más eficientes en la producción y que demandaba menos inversión para implementarse que las tecnologías convencionales con  las que se fabrican estos medicamentos, pues era una gran oportunidad para sentar nuestro proyecto y nuestra solución en los países con alto déficit, que son la mayoría de los del mundo. Básicamente es una necesidad sentida. Inclusive, hay recomendaciones de la OMS a los Estados para poder garantizar y favorecer la implantación de proyectos como LifeFactors, que beneficien la independencia estratégica en la producción y en el acceso a medicinas hemoderivados.

¿Cuáles son los sectores que más solicitan a LifeFactors?

Nosotros, por definición, somos una farmacéutica, y son los Estados, a través de sus sistemas públicos de salud, quienes nos solicitan. Hablamos de enfermedades crónicas de mucho costo, pues cuando las personas tienen una inmunodeficiencia primaria o una hemofilia, básicamente no tiene por qué estar pagando medicamentos tan costosos, que incluso son tratamientos semanales y de por vida. Son los Estados los que hacen la compra de los medicamentos través de sus sistemas públicos de salud o de los sistemas de atención en salud, como los tiene Colombia (IPS) para la atención de estos pacientes.

¿Cuáles han sido los mayores logros de LifeFactors?

Hemos logrado llevar una iniciativa a un proyecto, con grandes retos en asuntos regulatorios, normativos y de conocimiento del talento humano. Nunca en Colombia se han hecho estos medicamentos, inclusive en Latinoamérica solo hay dos pequeñas iniciativas, muy locales. No hay talento formado. Poder llevar la tecnología recién patentada en un laboratorio a un ambiente industrial farmacéutico también ha sido otro de los grandes logros, así como poner sobre la mesa con los gobiernos los asuntos normativos que se tienen que desarrollar o mejorar para que esto pueda suceder. En cuanto al asunto del plasma humano, hoy se está incinerando en los bancos de sangre cada vez que nosotros donamos sangre. La mitad de esa donación de sangre es plasma y el plasma tiene muy poco uso hospitalario. Los bancos de sangre tienen que desecharlo, pero nosotros lo podemos usar para la fabricación de los medicamentos o en trabajos regulatorios o normativos. Además, somos una compañía con base científica y de innovación, por eso, este año fuimos reconocidos ante MinCiencias por tener nuestra propia unidad de investigación y desarrollo.

¿Qué problemática están ayudando a solucionar desde LifeFactors?

La primera es el acceso suficiente a los medicamentos. Es crear una ruta sostenible para que el país pueda tener suficiencia en el uso de estos medicamentos. LifeFactors necesita plasma humano de altísima calidad y esto significa la implementación de sistemas de calidad robustos. Pruebas de control más exhaustivas, que no solo van a permitir que el plasma humano que usamos para las medicinas sea muy seguro y esté en óptimas condiciones, sino que las donaciones y el sistema de transfusión de sangre también sea mucho más seguro, lo que evitaría potenciales riesgos de contaminación en procesos de transfusión. Hay aquí un trabajo muy grande de la red de bancos de sangre y de colecta de hemocomponentes. También hay que destacar un tema de ecosistema, en términos de desarrollo de talento. De la mano con universidades de la región ayudamos a formar una nueva generación de talento que nos va a soportar el desarrollo de la bioindustria farmacéutica, una industria que no existía hace cinco años en Colombia. Nosotros somos pioneros porque es la primera compañía de origen privado en hacer este tipo de medicamentos biológicos. Esto permite que culturas nuevas, compañías que nazcan en este ramo, puedan encontrar programas de formación y talento, y tener un desarrollo mucho más ágil. Adicionalmente,  hemos sido un buen ejemplo para incentivar el ecosistema de inversión y financiación. Colombia tampoco había tenido ejemplos de inversión nacional e internacional en bioindustria, y estamos trayendo a inversionistas globales para que consideren a nuestro país como un lugar de desarrollo.

¿Cuál es su factor diferencial?

Nuestra propia tecnología de producción, que demanda mucha menos inversión, con la que se obtiene mucho más producto y tiene menos gasto de operación. Esto se expresa en que podamos hacer medicamentos cada vez más asequibles para los sistemas de salud. Nosotros estamos inclinados a ayudar a que los países usen el plasma que hoy están incinerando los bancos de sangre. La industria compra plasma a Estados Unidos y nosotros usamos nuestro propio plasma, en nuestros países, para fabricar nuestras medicinas. De esta forma le estamos brindando a los pacientes los anticuerpos que realmente necesitan para vivir en Colombia.

¿Cuáles son las metas a corto y largo plazo que tienen?

Se avecinan retos muy interesantes, como estudios de investigación clínica en la región para demostrar con eficacia y seguridad que nuestros productos son iguales o de mejor desempeño que los convencionales en esta materia. Se nos vienen procesos de expansión industrial y crecimiento de nuestras capacidades industriales en Colombia. Además, estamos decididos a seguir desarrollando nuevas soluciones e incorporando nuevos medicamentos a nuestro portafolio, en alianzas internacionales de transferencias tecnológicas de otros productos que son requeridos por los sistemas. Viene un proceso de globalización de nuestro modelo de negocio y un proceso de inserción en proyectos de alianzas estratégicas con otros países que quieren tener en sus territorios modelos como este que estamos haciendo en el país para generar acceso a este tipo de medicinas.

¿Qué tan importante es la innovación para ustedes?

Se convierte en el eje fundamental, en nuestro ADN. Nosotros nacemos de una innovación tecnológica, de una patente. Nuestros marcos de trabajo de innovación están en varios sectores: a nivel de innovación tecnológica industrial, con los métodos de innovación más eficientes, pero también trabajamos mucho en investigación e innovación clínica, porque hay que llevar estos medicamentos y terapias a un grupo de pacientes, demostrándoles eficacia en su seguridad; y a nivel de un área de conocimiento como es la inmunología, la cual estamos descubriendo, y estamos detectando sus implicaciones en el sistema de salud. Tenemos mucho que hacer.

¿Cómo les ha aportado ser parte de la ANDI del Futuro?

Hace más de tres años que estamos en la ANDI del Futuro y creemos que es un escenario de participación de la nueva generación de la economía del país y de la renovación industrial, con conversaciones muy poderosas en términos de lo que vivimos las empresas de innovación. Encontramos en la ANDI espacios de construcción colectiva bien representados para poder tener conversaciones con el Estado y demás agentes del ecosistema. Ha sido un muy buen ejercicio de trabajo.